01 Dic Cada cosa en su lugar y un lugar para cada cosa
Tiempo sin reportar y es que al parecer ya nadie quiere escuchar o todo está dicho, nuevos tiempos de la inmediatez supongo. Poco tiempo para la pesca, la veda, y el viejazo hacen de este año bastante mezquino en cuanto a capturas trofeos.
Fin de semana largo y por fin el domingo armamos una salida mañanera a la zona del blanco encalada.
Medios trasnochados pero con bastantes ganas de tener una buena jornada llegamos al sector de pan de azúcar con una brisa bastante persistente y desde arriba podíamos apreciar lo tremendamente embancada que estaba la playa, pero ya estábamos ahí y había que hacer frente.
Una buena alternativa era pasar la ola, unos 60 a 80 mtrs, el viento molestaba un poco pero no era complejo rondar esas distancias con chispas aerodinámicas cómo las formas de gota o bala, sin embargo una vez pasado el cantíl formado por la campana del tumbo un gran banco de arena enterraba pesadamente las chispas, necesitaba algo que flotara, probé con señuelos pero por la baja profundidad desde la zona de la rompiente hasta la orilla, era poco probable que anduvieran peces muy grandes, mirando mi caja de señuelos y chispas encontré la adecuada, y es que una buena caja de pesca más que diferentes colores de un mismo señuelo debe entregar distintas distancias, acciones y profundidades. A la cancha la vieja y querida Koster.
Con paciencia esperando el momento adecuado para dejar la chispa detrás del tumbo y luego traerla flotando lentamente, al tiempo que recordaba tremendas jornadas con tan humilde señuelo y pafft, un par de corvinas pequeñas que fueron devueltas.
Cada cuál partió a distintos lados, cuando la baja se empezó a notar dejé la playa de la entrada y emprendí rumbo sur, hacia la zona de piedras bolas. Estos lugares son extremadamente duros para los equipos, los señuelos duran muy poco entre el machacar de estas piedras, especialmente las paletas, la línea se pica al menor descuido, las trabas y enroques son muy habituales, no son raras las caídas y las anillas de las cañas sufren de sobremanera con estos pequeños golpes, además caminar por estos lados es sumamente cansador. Con el tiempo pude hacerme de un equipo adecuado para estas zonas, un tanque de carrete a prueba de golpes y oxidación, porque te mojas mucho con el salpicar de olas, con buen freno y tosco cómo el solo, el twin power versión antigua de shimano, más la vieja y querida Gloomis compañera de tantas batallas y aunque me dolió mucho la billetera una línea de jigging, la daiwa saltiga uvf, 8 hebras recubiertas en silicona que con un diámetro bajo logra una excelente resistencia al nudo y la abrasión, pero a diferencia de muchas líneas de jigging se lanza de manera excelente.
Estas son zonas altamente productivas, esos bordes de roca con huiros son el escondite perfecto de cabrillas, tomoyos y lenguados al acecho, los canalones son frecuentados por sargos, roncachos y corvinas. Pero es muy difícil presentar adecuadamente una chispa por ahí, los señuelos tienden a trabarse mucho, además cuesta darle la profundidad y velocidad adecuados entre las corrientes y resacas, lo que generaba que evitáramos esas zonas, y es que aunque podríamos usar carnada biológica para atacar esas áreas, ya sea carnada anclada o armada de pejerrey para el lenguado, mi vocación deportiva me inhibe a usarla, además con artificiales se vuelve mucho más dinámica la pesca, cambiarlo por uno que baje más, una armada distinta, un color diferente, cambiar de recogida lineal o stop and go, etc etc. y es ahí en donde entran la amplia gama de vinilos, que por sus diversos montajes, tamaños, acciones y técnicas de trabajo te permiten trabajar estas áreas mucho mejor que los otros señuelos.
Bastante pique pequeño entre las rocas, un par de corvina devueltas, un tomoyo curioso, y una cabrilla que me quebró el anzuelo, y es que había probado enderezar el ojal para evitar que se trabara en el montaje de un black minnow lo que lo debilitó.
No era una jornada memorable pero si bastante entretenida en medio de los huirales. Ya el sol empezaba a molestar un poco y ese borde de roca me seguía tentando, me imaginaba un buen lenguado acechando, era cosa de encontrar la profundidad y el momento correcto de la ola para pasar a su alcance, o una corvina grande con ese paffft.
A lo lejos miraba al mario que cobraba algunas corvinas pero nada muy grande, ¿me movía o no?, a las finales decidí terminar la jornada ahí no más, siempre por el borde la roca, lanzo largo luego de la pasada de la ola, dejo caer al fondo a riesgo de trabar, recojo con pequeños tirones y una cargaba fuerte, sin saber si era un huiro o algo más, levanto al caña y a pelear miiiierda.
La zona era bastante compleja para cobrar una pieza mayor, bien profundo en la orilla con un golpe de ola muy fuerte, lo aguanto con la caña en alto y trato de manipularlo para que no me cruce la roca con huiros, cosa que logre a fuerza bruta, luego en la resaca lo detengo un poco para sondearlo, la siguiente ola levanta el agua y lo veo, un gran lenguado contorsoneandose con gran fuerza, el enganche con el vinilo no es muy seguro dentro del gran hocico del lenguado así que la clave era no perder tracción en ningún momento, me acerco caminando dificultosamente entre las rocas y lo sigo con la mirada, espero la ola adecuada, el mar se recoge fuerte y me voy con él hacía dentro siempre con la caña en alto para evitar las piedras que rodaban hacía dentro lo que generaba mucha resaca con el lenguado en medio de la corriente pero el freno bien regulado cedía lo suficiente, estalla la ola y escupe al lenguado a la rocas, ahí venía la segunda etapa, y es que el lenguado quedó en las piedras bolas que tenían un declive en bajada hacía el agua, saltando cómo loco, acá la primera intención es tratar de agarrarlo desde las agallas lo cual es casi imposible, he visto muchos lenguados perdidos he incluso muchos anzuelos enterrados en las manos del pescador en su desesperación por asegurarlo. El tiempo me enseño que la mejor forma es utilizar un garfio, claro está si lo vas a sacrificar, o un boga si piensas devolverlo. la pelea fue tan frenética que no me dio tiempo de extraer el garfio por lo que me tome unos interminables segundos en sacarlo de mi chaleco y finalmente asegurarlo.
Más que el tamaño que no era menor, es la técnica y la forma de cobrarlo lo que me dejó fascinado, sin lugar a dudas el éxito luego de bastante tiempo de aprendizaje, de prueba y error. Luego ya sólo quedo protegerlo del sol y luego de unos lances una siesta y dar por finalizada la jornada. Fue una pelea dura en que quizás con un equipo menos adecuado lo hubiera perdido.
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El resto de la jornada fue sólo de algunas capturas discretas en tamaño pero que alcanzan para parar la olla, todos contentos y felices.
Cómo la baja era muy pronunciada, les salió el chango que todos llevamos dentro y el luis en calzoncillos cuál chungungo entre los huirales del blanco logro una buena cosecha.
Entre muchas risas el Mario ojo de lince encontró el logo que se le perdió a los Alejandro Marcelo Ramos Cordova en la salida pasada.
Ahora a hacer la carta al viejito pascuero y pedirle mucho más vinilos
Pero para que el viejito les traiga todos sus regalos primero a portarse bien con el operativo de aseo de este domingo
Saludos y buena pesca para todos
Saludos y buena pesca para todos.
Mauricio Hernández Aliaga – Mecano